El yuan digital chino, oficialmente conocido como e-CNY o Pago Electrónico de Moneda Digital (DCEP), representa una iniciativa pionera en el ámbito de las monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDC). Lanzado por el Banco Popular de China (PBOC) tras años de investigación a partir de 2014, el e-CNY ha evolucionado desde programas piloto en ciudades seleccionadas hasta una adopción más amplia en todo el país para 2025.
La implementación activa del yuan digital no es simplemente una actualización tecnológica sino una estrategia multifacética impulsada por imperativos económicos, políticos y geopolíticos.
A mediados de 2024, contaba con más de 150 millones de usuarios y estaba operativa en más de 10 regiones, facilitando transacciones que abarcan desde compras minoristas cotidianas hasta pagos entre empresas. El yuan digital es una moneda fiduciaria respaldada por el Estado, con una paridad 1:1 con el renminbi físico (RMB – yuan), y diseñada para funcionar como moneda de curso legal que ninguna entidad en China puede rechazar.
Es hora de analizar las razones principales detrás del impulso de China a favor del e-CNY, analizando las motivaciones internas como la mejora de la eficiencia y el control financiero, así como las ambiciones internacionales como desafiar el dominio del dólar estadounidense e integrarse con iniciativas más amplias como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI).
En el corazón de la iniciativa del yuan digital de China se encuentra un conjunto de imperativos internos destinados a modernizar el sistema financiero, promover la inclusión y afirmar una mayor supervisión estatal en una economía cada vez más dominada por gigantes tecnológicos privados.
Un impulsor principal es fomentar la inclusión financiera en una economía vasta y diversa. Con una población cercana a los 1.400 millones de habitantes, China aún tiene segmentos de la sociedad, especialmente en las zonas rurales, que siguen estando desatendidos por la banca tradicional. El e-CNY busca cerrar esta brecha ofreciendo una alternativa digital al efectivo, accesible a través de billeteras móviles, que requiere una infraestructura mínima más allá de un teléfono inteligente. La reducción de los costos de transacción es una ventaja clave, ya que el yuan digital elimina muchas comisiones asociadas con el manejo de moneda física y las transferencias electrónicas tradicionales, haciéndolo más asequible para los usuarios de bajos ingresos.
Además, el Banco Popular de China enfatiza la necesidad de servicios de pago minoristas que sean más convenientes, seguros, inclusivos y respetuosos con la privacidad en respuesta al crecimiento de la economía digital. Los programas piloto han demostrado beneficios prácticos, como la integración fluida con los sistemas de códigos QR existentes, lo que permite liquidaciones más rápidas en escenarios entre empresas y entre bancos.
Para 2025, el e-CNY se habrá implementado en lugares de alto perfil como Shenzhen, el centro de innovación tecnológica, lo que indica su papel en la agilización de los pagos urbanos y la ampliación del alcance a regiones desatendidas.
Una razón crucial a nivel nacional es recuperar el control de gigantes privados de la tecnología financiera como Alipay (operada por Ant Group) y WeChat Pay (Tencent), que dominan más del 90 % del mercado de pagos móviles de China y procesan billones de yuanes al año. Estas plataformas han revolucionado los pagos, pero también han creado un duopolio que ignora a los bancos tradicionales, lo que genera preocupación por los riesgos sistémicos y la monopolización de datos. El yuan digital representa un giro radical hacia la tecnología dirigida por el gobierno, que utiliza infraestructura similar, como billeteras digitales y códigos QR, pero bajo la supervisión del Banco Popular de China.
Este cambio permite al estado mitigar riesgos como las corridas bancarias, donde los usuarios podrían retirar rápidamente fondos de los bancos a billeteras privadas. Los límites a las conversiones diarias (por ejemplo, hasta 10.000 yuanes en algunos proyectos piloto) ayudan a estabilizar el sistema bancario. Además, el e-CNY permite una monitorización avanzada mediante bases de datos centralizadas para el mapeo de identidades, el seguimiento de transacciones y el análisis de big data, lo que facilita la lucha contra el blanqueo de capitales, la detección del fraude y el cumplimiento de los controles de capital. La privacidad se promociona como una característica, con un “anonimato controlado” donde los usuarios son seudónimos para los comerciantes, pero rastreables por las autoridades.
El auge de las criptomonedas representó una amenaza temprana, lo que llevó a China a prohibirlas por completo, al tiempo que aceleraba el desarrollo de las CBDC. El yuan digital se diseñó explícitamente para evitar la “sustitución monetaria” de activos como Bitcoin o las monedas estables, lo que podría erosionar la soberanía del RMB. Al ofrecer una alternativa digital aprobada por el Estado, China estabiliza su sistema monetario frente a la volatilidad de las monedas privadas.
La estabilidad económica se ve reforzada por funciones programables, como contratos inteligentes para estímulos específicos o pagos condicionales, que permiten una implementación precisa de la política monetaria. En la era pospandémica, esta capacidad facilita intervenciones económicas rápidas, como se ha visto en las distribuciones piloto de e-CNY para estímulos al consumo.
Más allá de las reformas internas, el yuan digital es una herramienta para elevar la influencia global de China, en particular para reducir la dependencia del dólar estadounidense e integrarse con iniciativas estratégicas.
Una motivación fundamental es acelerar la internacionalización del yuan, que se ha retrasado a pesar del poder económico de China, el segundo mayor PIB del mundo. El e-CNY facilita esto al permitir transacciones transfronterizas eficientes, evitando intermediarios tradicionales como SWIFT, dominado por intereses estadounidenses. Proyectos como el Puente Múltiple CBDC (mBridge) implican colaboraciones con otros bancos centrales para crear plataformas que permitan pagos fluidos basados en CBDC.
En el comercio, el yuan digital podría utilizarse para denominar futuros de petróleo o acuerdos bilaterales, como se ha visto con la transición de Pakistán a las monedas locales. Para los socios de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), ofrece transparencia en el desembolso de préstamos y pagos a contratistas, lo que mejora el control y reduce los riesgos de corrupción. Para 2025, las integraciones con la Ruta de la Seda Digital (parte de la BRI) extenderán la infraestructura digital, incluyendo las tecnologías financieras, a más de 16 países, fomentando el uso del yuan en el comercio electrónico y los pagos.
En una época de tensiones entre Estados Unidos y China, el e-CNY sirve como protección contra las sanciones. Permite a las empresas chinas eludir los sistemas controlados por Estados Unidos, evadiendo potencialmente las restricciones impuestas a entidades como Huawei.
Sin embargo, podría eludir al dólar estadounidense en importantes transacciones financieras globales, desafiando la participación del 80% del dólar en los pagos internacionales. Esto se alinea con el objetivo a largo plazo de China de un orden financiero multipolar, donde el yuan gane prominencia gracias a su ventaja tecnológica.
Las características del yuan digital, similares a las de la cadena de bloques, permiten redes peer-to-peer entre bancos centrales, lo que reduce los costos y las fricciones en las liquidaciones. Sin embargo, su plena implementación requiere la construcción de infraestructura, ya que China carece de las redes consolidadas del dólar.
Medidas recientes de EE. UU., como la Ley GENIUS para las monedas estables emitidas por bancos, han aumentado la preocupación de China. Estos activos respaldados por dólares amenazan los controles de capital al ofrecer alternativas programables y líquidas. En respuesta, el libro blanco de 2021 del Banco Popular de China (PBOC) destacó los riesgos de las monedas estables privadas, posicionando al e-CNY como una contramedida soberana. Esta postura defensiva subraya la estrategia de China de “ocupar el espacio” con dinero digital regulado.
La implementación de China refleja su compromiso con el liderazgo en tecnología financiera. Como pionero en la adopción, establece estándares para las CBDC a nivel mundial, influyendo en los diseños de otros países. El enfoque del Banco Popular de China en un sistema “abierto, inclusivo, interoperable e innovador” se alinea con las tendencias globales, mientras que los proyectos piloto prueban la escalabilidad y la seguridad. Al apostar por el e-CNY, China se posiciona como una voz decisiva en las normas internacionales de las CBDC.
La búsqueda activa del yuan digital por parte de China es una combinación calculada de eficiencia interna, control estatal y ambición global. Aborda necesidades inmediatas como la inclusión y la estabilidad, a la vez que impulsa los objetivos a largo plazo de internacionalización del yuan y resiliencia geopolítica.
A medida que el e-CNY se expande, podría transformar las finanzas globales, impulsando la respuesta de Estados Unidos y otros países. Sin embargo, el éxito depende de equilibrar la innovación con la confianza, en un contexto tecnológico y regulatorio en constante evolución. Para 2025, el yuan digital será un testimonio de la visión de China de un futuro digital centrado en el Estado.
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